Tras adjudicarse Rafa Nadal su sexto trofeo Roland Garros, al ganar a Roger Federer en cuatro sets, igualando en victorias al mítico Bjorn Borg, os cuento mi modesta escapada de hace unos días al famoso torneo. Y digo modesta porque fueron los primeros días de la fase previa, sin partidos importantes apenas, y porque no teníamos entrada para las pistas principales, pero una magnífica experiencia para alguien aficionado al tenis como yo, que lo practico a menudo.
Al salir de la estación de metro Porte d'Auteuil nos fuimos encontrando con estas raquetas pegadas al suelo, que nos dirigían al recinto.
Y en 3 o 4 minutos ya se divisaban todas las vallas perfectamente organizadas y vestidas para ir dirigiendo las filas de asistentes hacia la entrada.
Este es el cartel de este año que figuraba en camisetas y todo tipo de carísimo merchandising. La verdad es que no es el diseño que más me ha gustado de las últimas ediciones.
Me encantó la valla que da paso al museo Roland Garros, formada por letras de hierro pintadas en blanco, repitiendo continuamente la misma frase. Muy original.
El estadio Philippe Chatrier (tenista y periodista, 1926-2000), el más importante del conjunto. Mientras Rafa Nadal jugaba aquí su primer y difícil partido, haciéndonos dudar de su llegada a la final, nosotros lo veíamos en una pantalla gigante situada en la plaza exterior de los Mosqueteros.
Y este es el otro estadio, dedicado a Suzanne Lenglen (tenista francesa, 1899-1938).
Concentración de árbitros al principio de la jornada.
Las últimas consignas a los recogepelotas antes del comienzo del partido.
Me gustó mucho el diseño de los uniformes del personal de atención, unos diseños algo retro, en tonos crema y naranja-tierra-batida. Deseé encontrarme alguna chaqueta de punto de las de ellos para llevarme a casa: unos cardigan en crema con cuello smoking muy atractivos.
Periodistas, prensa, televisiones... por todos lados...
El sponsor omnipresente, el ya clásico logo del agua-con-gas francesa por excelencia.
Los bancos de los tenistas, las neveras de detrás, la silla del juez de pista... tout Perrier.
¡¡Me pido vivir en un ático de aquellos que se ven al fondo cuando me jubile!!
Y ojo!! que el partido está a punto de comenzar, los tenistas ya han calentado, se han arrastrado las redes para repartir la tierra, se han repasado las líneas, ahora están rociando la pista...
los recogepelotas en sus puestos...
y las tenistas dispuestas a ganar y a escalar puestos en el ranking.
Una de las cosas con las que me quedo es con la férrea disciplina de los recogepelotas, niños de 12 a 16 años, siempre atentos al partido, a las necesidades de los jugadores, pendientes de los árbitros y de sus otros compañeros y dispuestos a que los tenistas tuvieran en todo momento toallas, bebidas y... sombra, como en esta imagen con la jugadora española Nuria Llagostera, que llegó hasta la tercera ronda.