jueves, 25 de febrero de 2010

Bolonia, docta, gorda y roja.

Es mi última escapada y la recomiendo vivamente. Docta por su universidad fundada en 1088, gorda por sus tortellini y su riquísima mortadela y roja por el color de sus edificios.

Me ha encantado su casco histórico judío y medieval, sus soportales en todos los edificios que protegen de las abundantes lluvias, su tamaño fácilmente abarcable en un fin de semana cualquiera, sus tiendas cuyas rebajas y calidad me ponían los dientes largos por no poder llevar nada en mi mini-maleta…

Creo que no he dejado de entrar en cada iglesia que he encontrado abierta, me ha fascinado el mercadillo gastronómico que hay en los alrededores de la Piazza Maggiore, he pasado mil veces por las Dos Torres Asinelli y Garisenda -qué bien suena- y he disfrutado en todos los claustros de los edificios universitarios.


Sin duda, una ciudad con mucha personalidad. Sólo pongo un pero a su desarrollo turístico: la calidad de los planos de la ciudad, en los que no figuran muchísimas calles y en los que apenas se señalan los monumentos y sus nombres. La próxima vez tendré que ir mejor preparada.

Y una cosa más, ¿por qué en Bolonia y Valencia, estando hermanadas, no encontramos alusiones mutuas en sus ciudades? Me ha picado la curiosidad, investigaré...

2 comentarios:

  1. Fátima!!!! Menuda ciudad has callejeado..., me encanta!!!
    Te leo que la próxima vez irás más preparada, pues yo me apunto a esa vez,jeje.... ¡¡¡¡Avisa!!!
    Qué envidia más mala me has dado... supongo que lo habrás pasado estupendamente
    Besos

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  2. Iré más preparada de planos, que documentación siempre nos sobra. Vaya tela el empolle que llevamos siempre...

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Dime, dime...

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